Controlar las respuestas inmunes de nuestro cuerpo es clave en el desarrollo de enfermedades.

¿Podría la reducción de la inflamación ser la cura de todo?

Foto: Bryan Christie Studio

No parece nada grave. Tal vez una inconveniencia, tal vez una fiebre ligera o una articulación que hace ruido. El vocabulario del envejecimiento y la enfermedad tiene palabras muchísimo más preocupantes: cáncer, enfermedades cardíacas, demencia, diabetes. Sin embargo, hace años que los investigadores sospechan que todos estos y otros problemas de salud tienen un mismo factor desencadenante: la inflamación leve. Además, ahora puede que finalmente tengan datos.

En un estudio reciente, cardiólogos de Boston reportaron sobre un ensayo clínico con más de 10,000 pacientes (edad promedio: 61 años) que estudiaron en 39 países para determinar si un medicamento antiinflamatorio podía disminuir los índices de enfermedades cardíacas. Descubrieron que sí podía. Sin embargo, también descubrieron que el mismo medicamento, canakinumab, reducía la mortalidad por cáncer de pulmón en más del 77%. También disminuyeron los reportes de gota y artritis (trastornos relacionados con la inflamación).

“La inflamación interviene en la salud de todos”, indica Dana DiRenzo, reumatóloga e instructora de medicina en la Facultad de Medicina de Johns Hopkins University, en Baltimore. Cuando aumentan los niveles de inflamación, también aumenta el riesgo de enfermedad. Pero entender la inflamación puede ser difícil, ya que cuando uno se enferma los niveles de inflamación aumentan naturalmente porque el cuerpo combate la enfermedad. En otras palabras, la inflamación es tanto buena como mala.

Dado que se trata de un tema fundamental para tu salud, AARP conversó con algunos de los expertos en el campo más importantes del país, examinó los últimos estudios y creó esta guía para entender —y vencer— la inflamación.

¿Qué es exactamente la inflamación?

Piensa en cuando tienes gripe y la temperatura del cuerpo sube para combatir el virus. Esa es una forma de inflamación. También lo son el enrojecimiento y la hinchazón que ocurren cuando te tuerces el tobillo: es el proceso que dispone el cuerpo para proporcionar las sustancias químicas y los nutrientes curativos que son necesarios para ayudar a reparar el daño. Estos son ejemplos de inflamación aguda, que es una respuesta temporal y útil ante una lesión o una enfermedad. Una vez que desaparece el peligro, también desaparece la inflamación. Por otro lado, la inflamación crónica es un trastorno lento y progresivo causado por un error del sistema inmunitario que mantiene el cuerpo en un estado prolongado de alerta máxima constante, según Robert H. Shmerling, jefe de clínica del departamento de reumatología en el Centro Médico Beth Israel Deaconess, en Boston.

inflamacion

A menudo es la inflamación crónica, no los virus en sí, lo que causa gran parte del daño.

¿Por qué es un problema la inflamación leve crónica?

“Con el tiempo, la inflamación daña las células saludables”, señala Roma Pahwa, investigadora de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), quien se especializa en la respuesta inflamatoria. Este es el motivo: cuando las células están en peligro, liberan sustancias químicas que alertan al sistema inmunitario. El sitio se llena de glóbulos blancos que trabajan para absorber bacterias, virus, células dañadas y residuos de una infección o una lesión. Si el daño es muy grave, llaman a las células de refuerzo (denominadas neutrófilos) que son las granadas de mano del sistema inmunitario: destruyen todo lo que encuentran, sea saludable o no. Los neutrófilos tienen una vida útil corta, pero en la inflamación crónica se continúan liberando incluso después de que la verdadera amenaza ha desaparecido, y así causan daño al tejido saludable que queda. La inflamación puede empezar a atacar la membrana interna de las arterias o el intestino, las células del hígado y el cerebro o el tejido de los músculos y las articulaciones. Este daño celular causado por la inflamación puede producir enfermedades tales como diabetes, cáncer, demencia, cardiopatías, artritis y depresión.

Además, al ser leve, “su naturaleza lenta y secreta dificulta el diagnóstico en la vida diaria”, señala Pahwa. “No tienes idea de que está sucediendo hasta que esos trastornos presentan síntomas”.

¿Cómo es que algo natural del cuerpo puede ser tan tóxico para la salud?

“Puede ser difícil averiguar si la inflamación es amiga o enemiga”, indica Pahwa. Sin embargo, el panorama se esclarece al considerar las cuatro causas más importantes de la inflamación crónica.

Una infección externa que es difícil de curar: contraes una infección crónica, como la hepatitis C o la enfermedad de Lyme, que permanece en el cuerpo durante mucho tiempo. El cuerpo responde con una inflamación que también permanece mucho tiempo. De hecho, con frecuencia no son los virus sino la inflamación crónica lo que causa gran parte del daño a largo plazo vinculado a estas enfermedades.

La genética: heredas una propensión genética a un problema de salud. En algunos casos, los genes relacionados con estos problemas de salud pueden “activarse” por una inflamación. La diabetes y el cáncer son dos enfermedades con vinculación genética que pueden desencadenarse por una inflamación. En otros casos, el mismo gen causa una falla del sistema inmunitario que produce la inflamación en la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, el lupus y otras enfermedades.

El medioambiente: la contaminación, la calidad del aire y del agua, las alergias ambientales y un sinfín de otros factores ambientales pueden producir y sustentar una inflamación.

El estilo de vida: la obesidad, el estrés descontrolado, el consumo de tabaco, el consumo excesivo de alcohol, la falta de actividad física, el dormir mal y, por supuesto, una mala dieta, todo se relaciona con la inflamación crónica.

¿Y envejecer también aumenta la inflamación?

Lamentablemente, sí. Cuanta más edad tenemos, más expuestos hemos estado a toxinas ambientales, estrés, alcohol, alimentos perjudiciales y enfermedades crónicas. Además, al envejecer al cuerpo le cuesta más manejar bien el sistema inmunitario, extraer nutrientes de los alimentos y bajar las libras de más. “En la literatura científica hay miles de artículos sobre el envejecimiento y la inflamación”, dice Thomas Buford, profesor asociado en la división de Gerontología de la Facultad de Medicina de University of Alabama, en Birmingham.

Entonces, ¿qué desencadena la inflamación crónica?

La inflamación crónica es un efecto en cascada de reacciones del cuerpo, según Pahwa. Este es un resumen (muy) básico de lo que sucede.

  • Algo estimula el sistema inmunitario. Cuando existe una enfermedad crónica, un trastorno autoinmune, aumento de peso, estrés psicológico, mala nutrición o exposición a sustancias químicas o alérgenos, algo pone al cuerpo en estado de estrés y lo mantiene así.
  • El sistema inmunitario responde. El cuerpo entra en modo de ataque con su respuesta inflamatoria, que también incluye la expansión de los vasos sanguíneos para aumentar la circulación de sangre a las áreas afectadas. La sangre es el sistema principal de distribución de todas estas sustancias
  • Y responde… y responde… y responde. Un ciclo interminable de alimentos proinflamatorios, estrés descontrolado, mal sueño y otros factores mantienen este proceso en constante movimiento porque nunca le damos un descanso al cuerpo.

¿Hay “alimentos proinflamatorios”?

Sí, pero son los mismos alimentos de los que todos, desde el dentista hasta el cardiólogo, te han advertido. (Y no es para sorprenderse, porque la gingivitis y las arterias escleróticas son trastornos inflamatorios). Los alimentos que contienen mucho azúcar o muchas grasas poco saludables (piensa en embutidos, fiambres y alimentos fritos) encabezan la lista.

“Todavía no lo entendemos por completo”, señala Buford, “pero ahora sabemos que el microbioma intestinal, que está compuesto por billones de bacterias, influye sobre los procesos fisiológicos de todo el cuerpo”. Nacemos con un equilibro de bacterias buenas y malas en el intestino. Cuando se pierde ese equilibro (algo conocido como disbiosis) puede haber problemas. “El descontrol del microbioma se ha vinculado a trastornos metabólicos, enfermedades pulmonares, afecciones del sistema nervioso y la enfermedad de Alzheimer, y estos vínculos aumentan a medida que aprendemos cada vez más”, indica Buford.